HERNÁN Y LOS NEONAZIS (FRAGMENTO DE NOVELA)
"Guerreros, hoy tenemos nuestro bautismo de fuego. Ustedes, los jóvenes, van a ir al frente. Pero confíen en mí. Yo voy a estar cerca, guiándolos como un general y estratega.
La voz del gordo Garcillón sonó marcial en el gimnasio. Los diez jóvenes, con pantalones camuflados y sin remera estaban formados como tropa. La tensión de los músculos se transmitía a sus rostros.
Garcillón estaba satisfecho con sus muchachos. Había estado preparándolos durante meses. Les había hablado largamente acerca de los peligros del Nuevo Orden Mundial y del marxismo cultural. Les había acercado lecturas: capítulos de Mein Kamp, alguna novela de Hugo Wast, poemas patrióticos de Julia Prilutzky Farny (sin decirles que la autora era una judía, lo importante era inflamar el sentimiento patriótico) y por supuesto, el best seller de moda en la derecha argentina “El libro negro de la nueva izquierda” De Agustín Laje, para que entendieran bien como el feminismo y el LGBT eran los nuevos instrumentos del marxismo tradicional para destruir la patria. Está bien que no les gustaba mucho leer: eran más hombres de acción que de libros, y a Garcillón eso le parecía una virtud. Igual entendían bastante bien. Todos eran jóvenes de condición humilde que habían padecido la tiranía ideológica de la izquierda. Durante todos sus años de escuela habían sido obligados a dibujar los pañuelos de las viejas chorras de plaza de mayo, a mirar bodrios horrendos como “La noche de los lápices” y si se negaban recibían sanciones o los mandaban a examen. Habían sido obligados a avergonzarse de su masculinidad, a reverenciar el sucio trapo multicolor, a sufrir mil inseguridades a la hora de acercarse a una chica, y a soportar el rechazo en silencio. Ahora había llegado su hora de la espada." (Hernán y los neonazis, de Santiago Idiart, pag. 83)
La voz del gordo Garcillón sonó marcial en el gimnasio. Los diez jóvenes, con pantalones camuflados y sin remera estaban formados como tropa. La tensión de los músculos se transmitía a sus rostros.
Garcillón estaba satisfecho con sus muchachos. Había estado preparándolos durante meses. Les había hablado largamente acerca de los peligros del Nuevo Orden Mundial y del marxismo cultural. Les había acercado lecturas: capítulos de Mein Kamp, alguna novela de Hugo Wast, poemas patrióticos de Julia Prilutzky Farny (sin decirles que la autora era una judía, lo importante era inflamar el sentimiento patriótico) y por supuesto, el best seller de moda en la derecha argentina “El libro negro de la nueva izquierda” De Agustín Laje, para que entendieran bien como el feminismo y el LGBT eran los nuevos instrumentos del marxismo tradicional para destruir la patria. Está bien que no les gustaba mucho leer: eran más hombres de acción que de libros, y a Garcillón eso le parecía una virtud. Igual entendían bastante bien. Todos eran jóvenes de condición humilde que habían padecido la tiranía ideológica de la izquierda. Durante todos sus años de escuela habían sido obligados a dibujar los pañuelos de las viejas chorras de plaza de mayo, a mirar bodrios horrendos como “La noche de los lápices” y si se negaban recibían sanciones o los mandaban a examen. Habían sido obligados a avergonzarse de su masculinidad, a reverenciar el sucio trapo multicolor, a sufrir mil inseguridades a la hora de acercarse a una chica, y a soportar el rechazo en silencio. Ahora había llegado su hora de la espada." (Hernán y los neonazis, de Santiago Idiart, pag. 83)
excelente libro, te atrapa desde el comienzo!!
ResponderEliminarLink para descargar. https://www.bubok.com.ar/libros/206205/HERNAN-Y-LOS-NEONAZIS
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