LA CABALA

En la pesada oscuridad de la noche perpetua
en el silencio herido por el rumor inagotable de las cadenas
y el vano crujido de huesos y de dientes
Alguien pronuncia la palabra que da nombre al destino
la palabra hallada en una multitud de permutaciones y anagramas
No importa quién, ni cómo, ni cuándo
Sólo importa que la realidad es un conjunto de fantoches bailando en la pared de una caverna
sombras que se saltan de un lado a otro y se esfuman con la llegada de la uz
viejos polinchinelas embrujados hechos con la sustancia de los sueños.
Donde todo es sombra y niebla y muñecos de bruma
Alguien susurra al oído del cosmos el nombre de cuatro letras
el tetragramaton antiguo, impronunciable para los profanos.
Y es como el rugido de un viento, que agita las hojas del árbol de la vida.
No tengas miedo: este mundo es un mundo de muertos
y tu carne y tus huesos, son de herrumbre y ceniza
Sólo el nombre te da la fuerza para ascender silenciosamente por las esferas.
y elevarte de maljut a yesod.
El camino se vuelve áspero y empinado
pero toda la fuerza está en el nombre de YHWH
Y antes que lo esperes llegaras a Netsaj
la esfera donde por fin la vida aplasta la cabeza de la muerte
como estaba escrito en la antigua profecía
la desigual lucha entre la Mujer y la Serpiente.
Esa victoria te permitirá contemplar la verdadera tiferet.
la belleza que permenece después de que la carne se pudre.
Y en esa certeza encontrarás gevurá
la fuerza que hace falta para seguir el camino.
Y con ella vendrá Jessed.
Porque sólo los fuertes se permiten ejercer misericordia.

Ahora cubre tu cabeza con el yelmo, tu pecho con coraza
y tus piernas con las plateadas grebas
que se acerca el momento, el que te estaba destinado
desde antes que existieran los cielos y la tierra.
Es el momento de la ascención, el momento supremo
pero antes tendrás que ganar la batalla
contra el hediondo ejército de íncubos y súcubos
los siervos del nauseabundo Señor de las Tinieblas.

Biná, el deseo de entregar
hará que al entregar alcances la jojmá
la sabiduría, que te permite ver en las tinieblas
y comprender que la Humanidad es un ejército de ciegos,
pero, cuidado, que la luz a veces también puede cegar,
Y segar tus fuerzas para continuar la batalla.
Pero recuerda que el trigo segado cada año vuelve a crecer.

Eso pasó, esto también pasará.
Como todos los ríos desembocan en el mar
y todas las tormentas escampan
todos los afanes llegan a su fin.
Y sólo los perseverantes, los fuertes, los humildes
al final del camino llegarán a Keter.
La corona, la diadema terrible e infinita
de la que emanan los cielos, la tierra y el mismo universo
allí será el descanso, allí el reposo eterno.
La última morada donde el guerrero cansado,
se deja acunar por la música de las esferas.





Comentarios

Entradas populares de este blog

EL PAN DE LA ALEGRÍA (CAPÍTULO I)

SI ME DAS DE BEBER, AMIGO MÍO...