"OSCAR Y BOSSIE: UNA PASIÓN FATAL" de Trevor Fisher. Desmontando la leyenda negra de "Bossie"
Con un notable acopio documental, el historiador británico Trevor Fisher reconstruye la compleja y atormentada relación entre el escritor Oscar Wilde (1854-1900) y el aristócrata Alfred Douglas (1070-1945), haciendo hincapié en el juicio que llevó al primero a la cárcel y en última instancia, a la muerte, en el contexto de la implacable legislación represiva de la rígida sociedad victoriana. La novedad de este libro es, a mi juicio, la rehabilitación que hace Fisher de la figura de "Bossie" Douglas, el amante maldito de Wilde, señalado por casi todos los biógrafos como el responsable de la caída en desgracia del genial escritor irlandés.
La imagen de "Bossie" que llegó hasta nosotros es la de un niño caprichoso, irresponsable y egoísta, embarcado en una pelea adolescente con su padre (el intransigente Marqués de Queensberry), emocionalmente inestable e incapaz de abrigar sentimientos nobles. Según su leyenda negra, Bossie sometía a Wilde a un permanente abuso, que consistía en obligarlo a solventar sus carísimos caprichos, impedirle trabajar, aislarlo de su familia y amigos, arrastrarlo a un pleito legal absurdo contra su padre que le terminó costando a Wilde la libertad y el prestigio; para, finalmente, abandonarlo en medio de la desgracia. Esta imagen se solventa, en gran medida, en la imagen que el propio Wilde proyecta de Douglas y de la relación que los unió en la famosa epístola titulada "De profundis", escrita en 1897 en la cárcel de Reading. En ella, Wilde dirige una serie de reproches a su compañero, culpándolo prácticamente de toda su desgracia. Sin embargo, al salir en libertad, los dos hombres volvieron a convivir en Nápoles. Sobre la base de este hecho, y de numerosos documentos, Fisher concluye que las acusaciones de "De profundis" y la consiguiente leyenda negra de Alfred Douglas, son injustas. Bossie nunca habría abandonado a Wilde, intentó conseguir dinero para costear su defensa, y lo visitó en la cárcel todo lo que le fue posible, hasta que por su propia seguridad se vio obligado a abandonar Inglaterra. El exilio de Douglas, considerado por la mayoría de los biógrafos como un abandono e incluso una cobardía, según Fisher, sólo fue concretado después de una prolongad insistencia por parte de la familia Douglas y de la propia defensa de Oscar Wilde, que consideraba que la cercanía entre ambos dificultaba su tarea, ya que era una confirmación patente de la veracidad de las imputaciones.
Resulta sumamente interesante el detenido análisis que realiza el autor del juicio contra Wilde, basado en la Ley de "indecencia" de la época victoriana: una legislación sumamente represiva que consideraba delito no solamente a la práctica de la sodomía, sino a cualquier acercamiento sexual entre varones, incluido el mero cortejo. Según los antecedentes que recopila el historiador esta legislación, si bien tuvo plena vigencia, fue aplicada muy raramente, registrándose sólo dos casos en la década de 1890: el del propio Wilde. y el de un prostíbulo masculino en Cleveland Street, descubierto en 1899. La escasa aplicación de esta legislación penal se debía, más que nada, a la imposibilidad de aplicarla sin rozar a los miembros más encumbrados de la burguesía y la Corona británicas.
El libro de Trevor Fisher es un interesante aporte al conocimiento de la época victoriana y de la vida de uno de los talentos literarios más geniales que dio la Humanidad.
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